«Si convenimos en que el verdadero paraíso es la infancia, Robles Amarillos parte de un idílico paraíso rural para conducirnos luego por un territorio iniciático esencialmente urbano que termina de forma abrupta en la boca misma del abismo. Ese baile agónico en el filo de la tragedia exigirá del protagonista durante los años de juventud todo su tesón e inteligencia para soslayar el riesgo de colapso (propio y familiar) y emerger a la edad adulta en las mejores condiciones para recuperar la esencia de aquel paraíso lejano, un desafío que el autor ha sabido contar con innegable valentía y mano sabia». 10
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